Tikal no me desilusionó, es todo lo que una ciudad perdida debe ser. Me gustó que no hubiera
turistas y, aparte de unos cuantos arqueólogos agachados sobre sus escalpelos y sus escobillas,
la tuve toda para mí solo. Aquí estaba el ejemplo clásico de lo que una selva hambrienta puede hacer si no es mantenida a raya con machete y hacha. Cuando los mayas abandonaron su ciudad, la jungla, haciendo caso omiso de los objetos sagrados, se precipita a recuperarla. Las semillas echaron raíz en las grietas los caminos empedrados y en todos los templos y tumbas. En el clima caliente y húmedo de Yucatan una plántula se convierte rápidamente en árbol y las raíces siguen palanqueando cada piedra y escalón, los mueven de aquí para allá, los levantan, los parten por la mitad y luego en cuartos buscandobuscando aferrarse en forma más mortífera.
A su paso por el Salvador, se involucra en manifestaciones que se encuentra a lo largo de la calle. Palpa, paso a paso, la ideología comunista, corriendo el riesgo de perder la vida al defender el derecho a estar entre las multitudes.












